sábado, 14 de febrero de 2009

Visión Global

Estamos viajando en una gigantesca nave cósmica llamada tierra. Surcamos el espacio alrededor del sol a la increíble velocidad de 104.400 kms. por hora, a su vez el sistema solar, en él cual está ubicada nuestra nave, se desplaza por una inimaginable autopista elíptica que tarda en recorrerla millones de años. Nos encontramos en un tramo de su recorrido, que los vedas en su mitología y teología denominan Kali Yuga (edad sombría), etapa previa para despertar la humanidad a una nueva conciencia o renacimiento.

Lo que no se sabe comparar no se alcanza a comprender. Nuestra galaxia recorre espacios inmensos con presencia de quasares o galaxias elípticas activas cuyos núcleos contienen agujeros negros capaces de engullir un sol millones de veces superior en tamaño, así como a nuestro planeta.

Lo no sucedido un día puede suceder, todo principio tiene un final y llega lo eterno, cancelando el tiempo en un colapso gravitatorio total del universo. Difícil es apreciar una existencia sin el espacio y el tiempo, aunque no es imposible, nuestros puntos de referencia con los que creamos una lógica y por ello una solitaria realidad. Nuestro cuerpo es gravedad, electromagnetismo y fuerzas nucleares dentro del espacio, igual que el universo.

Hace 13.700 millones de años que fue programado nuestro universo, que un día desaparecerá, en un segmento llamado tiempo, y todo lo existente precisa de un soporte para que exista, en consecuencia la verdad no es percibidle ni violable, lo trasmutable y condicionable es lo percibido.

Nuestro planeta es como una gigantesca jaula de cobayas racionales que el propio universo vive en una experiencia cósmica a través de ellas.

El hidrógeno contenido en el agua de nuestro cuerpo nació del Big Bang, el resto como el oxigeno, carbono y nitrógeno procede de reacciones nucleares en el interior de algunas estrellas, el oro y el plomo de nuestro planeta se forjo en una supernova, en donde el universo puede crear elementos más pesados que el hierro.

La alquimia del universo también se trasmuta en los asteroides, convirtiendo el oxigeno en neón, el neón en magnesio, el magnesio en silicio y el silicio en hierro.

Nuestro cuerpo está hecho de polvos de estrellas, adaptados al ADN emanado de las fumarolas de nuestro planeta, una obra de ingeniería cósmica.

Nuestra mente es producto del mundo dual, en un proceso evolutivo del cerebro, incomparable con él que en un futuro existirá, aun somos incivilizados, aunque hemos alcanzado un alto grado de conocimiento comparado con él de hace siglos.

Los sonidos primitivos nos hablan del universo y de nuestra madre tierra en una especial toma de conciencia, el reconocimiento de ellos se halla en la conciencia perenne de nuestras células.
Nuestra nave como una gran peonza gira sobre si misma a 1.674 kms. por hora, y no nos damos cuenta de las tres increíbles velocidades de traslación en un infinito y ondulante universo que se expande y contrae como un ser viviente en un oculto vacío.

Somos las tres velocidades pues pertenecemos a ellas, como somos una de las opciones realizadas de los procesos cuánticos del quantum en los mundos múltiples, nos hallamos obligados por los sentidos a percibir y vivir orgánicamente en uno solo de estos universos, mediante uno de los enigmas de la vida, el adaptado a nuestro planeta, una expresión de la inteligencia administradora del universo dando forma a la materia que adquiere vida y conciencia en múltiples manifestaciones y fenómenos visibles.

Tú y yo uno de ellos, separados por la mente individualista, necesaria en el juego de la realidad en la que habitamos. Considero que somos viajeros en una realidad atrapada en el espacio y el tiempo.

En el interior de la nave hay conflictos personales, guerras por la codicia de unos pocos, todo se compra y todo se vende. Cada día hay tripulantes que mueren de hambre, no tan solo niños indefensos. Se calcula que cada día mueren ocho mil doscientos niños inferiores a cuatro semanas, por enfermedad evitable en países subdesarrollados, muy fácil de decir.

Los mismos países en los cuales existen enormes intereses de las multinacionales y de los ejecutores de ellas, que se consideran civilizados. Sin contar los abortos deseados en los países tecnológicos, generalmente egoístas, como si lo no nacido y si concebido fuera un cáncer. Aunque un hijo concebido sin amor tiene la posibilidad de ser percibido como algo extraño y de propiedad, coartando su autorrealización como persona. Por desgracia la moral del ego ciego y la comodidad que dona el egoísmo, está muy por debajo de la ciencia no-humanista, otorgando y cuantificando el valor de un ser evolutivo para llegar a la vida externa. Cuando más indefenso es un ser no nacido, más fácilmente se le puede asesinar. Quienes no saben sentir a un hijo, tienen la probabilidad de no saber escuchar a los demás, se interpretan así mismos al oír a los demás.

Como resultado hemos creado cárceles, ejércitos y multitud de gobiernos, para tratar de gobernar el caos de lo no gobernable. El señuelo de la satisfacción que otorga el poder económico ha destruido el amor.

No hay personas en la nave, hay individuos, no hay familias en la cápsula, hay individuos, nadie se escucha, nadie se entiende, los tripulantes se interpretan así mismos al proyectarse como espejos.

La algarabía está mediatizada por las televisiones y periódicos, por los discursos plenos de interpretaciones, información que trata de condicionar a los tripulantes. Si alguien se sale del sistema posiblemente será destruido. Los intereses personales están muy por encima de la ética. La poderosa inteligencia de cada ego encuentra su personal justificación para poder actuar según sus intereses.

La ciencia del consumismo, creando industrias contaminantes en el interior de la nave, está destruyendo la capa de protección de la cápsula de la nave (la capa de ozono). El pacto de Kyoto son solo palabras con buenas intenciones.
Ha muerto el amor, la bondad, la ternura y la compasión en la mayoría de tripulantes. Un mundo estructurado por el dinero y la exhibición de las propiedades. El resto, lo que es más importante, se haya arrinconado por las palabras que solo se pronuncian para sentirse generosos o consecuentes con los demás.

Dos mundos en la mente separados, el consciente y el subconsciente rechazado y por ello archivado, ya que el ego se pronuncia, convence y defiende.

La mayoría de los tripulantes obreros defenestran a los tripulantes de primera, motivados por la ambición inconsciente de ocupar sus puestos. Los de primera se sienten poderosos al sentir sus endorfinas, uniéndose en colectivos.

Dios está catalogado como psicología concentrada en un grupo de neuronas. Las catedrales se transforman paulatinamente en museos y mercados, ya que Dios está con los humildes, con los que sufren, con los que tienen hambre de justicia, con los que aman con el corazón desnudo de vanidades y falsedades.

Si Dios habita en un grupo de neuronas, no precisa templos, ni museos, ni un lugar de devoción, va allá a donde nosotros vayamos, un hogar, el campo, cualquier lugar es una iglesia.

Ha muerto la sabiduría, para ser sustituida por los filtros de las ciencias, aunque un analfabeto de las ciencias sigue siendo un catedrático de la vida. Desde la astrobiología se está buscando el origen de la vida, lo que no está buscando es el sentido de la vida. Somos una gigantesca maquina plena de tecnología y publicidad que surca los espacios siderales derramando su basura. Hemos creado unos poderosos somas en busca de la felicidad con el poder económico, el ego ciego, las drogas y el sexo sin amor. Llegando a confundir la soledad o la necesidad económica con el amor. Un mundo biológico y materialista, en donde la practica de las religiones son la mascara de la psicología y los templos escenarios exhibicionistas de una sociedad.

Los tripulantes se miran unos a otros esperando que los demás cambien, y todo sigue igual. La nave en la que viajamos no va a la deriva, los que van son la mayoría de los tripulantes. No hay lugar en donde apearse.

Esto es una representación de nuestro pequeño planeta, casi del tamaño de una molécula comparado con la magnitud del universo. Creemos ser el centro ya que miramos desde nuestro centro, nuestra cabeza y a veces desde el corazón. Estamos en un tramo de la evolución de la conciencia sobre el planeta. Lo que consideramos como normal, es lo actual.

Lo que vivimos, ya que no hemos conocido otra probabilidad, tan solo como una utopía, como si fuera el sentir de un paraíso perdido, de ser así tenemos alma.

Habitamos un mundo incivilizado y destructivo sobre la tierra. Un simple animal está mucho más civilizado y no es racional. Si civilización es comodidad y tecnología, estamos influidos por una sintética y mediatizada personalidad.

Aunque no es lo mismo discurrir desde la conciencia que desde la psique personal. Cuando las circunstancias propias de la vida nos donan satisfacción y felicidad, lo relatado anteriormente son simples anécdotas de la vida, estamos imbuidos en nuestra psique personal. Cuando lo relatado nos llena de tristeza y sentido de injusticia, debemos de ser conscientes que si lo que vemos reflejado en el mundo es nuestra propia tristeza, por mucho que intentemos arreglar o ayudar al mundo, la tristeza habita en nosotros y no la vemos.

La voz de la conciencia, no es la de nuestra consciencia psíquica personal, ni es la de la personalidad aposentada en el ego, y a ellos los hemos creado al llegar a la vida, aunque en realidad no somos lo que nos hemos creado al nacer, somos algo mas profundo y etéreo. No obstante aquí estamos compartiendo este planeta.

Considero que somos la conciencia del universo integrada en nosotros, místicamente o religiosamente le llamaré Dios o alma; y en la generalidad la conciencia meditativa está arrinconada en una mente totalmente ocupada por el ego, sus circunstancias y los estímulos del mundo externo, así como lo sentimos y comprendemos. Un ego, él cual nos atrapa creando fronteras, nuestra individualidad personal, para la realización de la experiencia de la vida en el mundo que hemos creado. Y él nos recibe, en consecuencia de nada nos podemos quejar.


1 comentario:

  1. Francis, interesante visión de esta problemática global, como crear un mundo mejor sin destruirnos unos a otros, ni tampoco el planeta que nos cobija.
    Creo que el autodenominado mundo "civilizado", debe aprender mucho de culturas atomizadas o en proceso de exterminio, como las que sobreviven de la América precolombina.
    su cosmovisión, su relación armónica con la naturaleza, sus conceptos de felicidad, justicia, pueden aportar mucho a una conciencia universal en favor de la especie humana.
    Saludos Rene de Chile.

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